Leo en el Ciberpaís del jueves 14 de enero un artículo según el cual se atribuye a Filippo Marinetti la paternidad del futurismo.
Esta atribución ni está debidamente contrastada ni es exacta, pues el Manifiesto futurista de Marinetti es del año 1909, y por tanto posterior a la conferencia que en 1904 dictó en Barcelona el intelectual mallorquín Gabriel Alomar, precisamente titulada El futurisme. Este desarreglo lo detectó con acierto el poeta Vicente Huidobro, que escribe: "Y he aquí que un buen día se le ocurrió al señor Marinetti proclamar una escuela nueva: el futurismo. ¿Nueva? No" (Pasando y pasando, 1914).
Antes que él lo había proclamado un mallorquín, Gabriel Alomar, el admirable poeta y sagaz pensador. El olvido de la obra y el pensamiento de Alomar no es casual, como no lo es el rechazo del nacionalismo español a la recuperación de la memoria histórica de los represaliados por el franquismo, y sobre todo si esta recuperación comporta también la de la potente y vanguardista intelectualidad catalana de la República. Políticamente, Alomar fue catalanista y republicano, y desde una posición ideológica adelantada al provincianismo, desde el cosmopolitismo, proclamó la posibilidad de un estadio histórico en el que, de la mano de las ciudades y de la cultura, uniendo ciencia y arte, el hombre del mañana conociera una sociedad más justa y preclara. A esta aspiración la llamó futurismo. A Marinetti le hubo de llegar la proclama alomariana, que adoptó y adaptó a sus intereses fascistas. Sin embargo, una vez más el futurismo se identifica sólo con un apellido italiano, lo cual no hace sino recordarnos que no hemos superado el provincianismo y seguimos creyendo que ellos, y no nosotros, eran los cultos, los modernos, los europeos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de enero de 2010