Aunque son varios los puntos que comentar de la carta del distinguido Sami Naïr publicada en su diario el 20 de enero de 2010 en contestación a mi carta aparecida un día antes, me centraré en un solo asunto.
El distinguido articulista hace la clásica pirueta populista culpándome de haberle acusado de antisemita. No señor Naïr, no. No toda crítica a Israel es antisemitismo, pero la crítica sistemática contra Israel y sólo contra él, haciendo recaer en él toda la responsabilidad, sin considerar los acontecimientos en su contexto, todo ello sumado al cuestionamiento de la legitimidad de Israel como Estado-nación del pueblo judío, es el conveniente relevo al antisemitismo clásico que, afortunadamente, ya no está bien visto. El que en ambos artículos las críticas a Israel no sean la cuestión central es una prueba adicional de que la obsesión antiisraelí funciona como un acto reflejo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de enero de 2010