En los últimos días, dos sentencias judiciales han creado alarma social. En una, un energúmeno casi mata a su ex esposa y la deja tetrapléjica; en la otra, unos individuos secuestran y violan a una mujer. En ambas ocasiones, los magistrados rebajan la pena impuesta por otros colegas con más sentido común que ellos pero de menos categoría profesional, que no moral. Algunos jueces y políticos están demostrando que dentro de su burbuja han perdido totalmente el contacto con el mundo real. La única defensa que tenemos los ciudadanos es que su nombre salga una y otra vez en los medios para escarnio público.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de febrero de 2010