Espero y deseo que el encausamiento del juez Garzón quede en nada. Sobre todo, para que no se salgan con la suya personas que lo que quieren es perpetuar el odio entre los españoles y que no se puedan pedir responsabilidades, siquiera sea morales, a quienes cometieron atroces crímenes durante el régimen de Franco. Si fue peregrina la actuación de Garzón hasta el punto de que luego tuvo que declararse incompetente para entender del caso, peregrina me parece la instrucción de Varela, contra cuyos argumentos está el fiscal y un buen número de juristas de diversas escuelas e ideologías. Dura lex, sed lex, pero tener al país pendiente de un toma y daca entre jueces no es lo mejor para nuestra salud comunitaria, como no lo es que el Tribunal Constitucional no arranque, como no lo es que el Consejo Superior del Poder Judicial no actúe cuando debe hacerlo. La justicia y los jueces (en general) son de los que más tarde se han incorporado a los usos democráticos que se dio el país hace unas décadas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de febrero de 2010