Parece que hay demasiada gente alterada en este mundo que intuye lo que piensa Lorca, descansando en paz en el más allá. De esta forma ha llegado a la conclusión de que Lorca jamás se atrevería a cobrar los derechos que generasen sus obras de teatro, creadas seguramente con trabajo y sacrificio para, entre otras cosas, poder vivir dignamente de ellas. Puede que sea así.
Pero tal vez quien mejor conozca a Lorca para ponderar esto sea su propia familia, es decir, sus herederos legítimos. A éstos correspondería, por tanto, renunciar a los derechos de las obras de teatro de Lorca y no a la SGAE, simple encargada de gestionar sus derechos de autor y obligada a ello por ley y el contrato establecido con la SGAE en su día. Dejemos pues de atacar a la SGAE con este tema, que ya cansa el tópico, y si hablamos de voracidad recaudatoria con el cobro de estos derechos de Lorca, seamos justos y atribuyámoselos a quien de verdad no renuncia a esos derechos pudiendo hacerlo si lo desease, que no son otros que la propia familia del poeta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de febrero de 2010