El juez que se atrevió con el GAL, el que se empeñó en desmantelar la trastienda de ETA-Batasuna, el que procesó a Pinochet, el que evitó in extremis un atentado contra el Rey, el que no ha cesado en la lucha contra el crimen organizado, las mafias internacionales y la corrupción, el que más ha luchado contra ETA en España y por la justicia universal en el mundo, puede ser apartado de la judicatura por un grupo de compañeros resentidos y revanchistas, por el atrevimiento de investigar los crímenes franquistas y tratar de sacar de las cunetas y fosas comunes los restos de personas para enterrarlos con dignidad, con la excusa de haber aceptado algo tan normal como el patrocinio de un banco para organizar unos coloquios de primer orden que versaron sobre terrorismo, seguridad internacional y justicia universal.
Flaco favor haremos a España, a la justicia, a la democracia y a la libertad si permitimos que la amargura y el resentimiento impidan que ese juez pueda seguir trabajando.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de febrero de 2010