Es casi seguro que del pacto por el empleo próximo no saldrá ningún compromiso por parte de la patronal de incrementar los puestos de trabajo, crear empresas o traer del exterior, en algunos casos, sus cadenas de producción para frenar el desempleo.
Es palpable que el problema del paro no es por los salarios, pues si lo fuera, Alemania, Dinamarca, etcétera, estarían en quiebra hace muchos años. El despido libre tampoco ha sido un impedimento para que dos millones y medio de personas se quedaran en la calle en dos años. Y si además, como pasa siempre, la patronal no se compromete a nada, ¿para qué sirven los pactos?
Puede ser que para serenar los ánimos de la opinión pública, que buena falta hace, pero ya se encargará la cúpula del PP de alterarlos otra vez, pues curiosamente les proporciona votos, ya que hay mucha gente que no contrasta opiniones y le gustan las letanías, o para que los gurús de la economía hagan dictámenes favorables. ¿Serán los mismos que nos han llevado al caos? Creo que sí, pero más ricos.
Cualquier Gobierno que quiera arreglar este desaguisado y no poner parches como el actual debe fomentar la formación profesional a todos los niveles, empezando por los políticos profesionales: servir a la nación. Empresarios: creatividad y eficiencia. Jefes: efectividad, inventiva y control. Empleados: disciplina y efectividad. En una palabra, lo contrario que sucede actualmente en muchos casos. También es importante facilitar la apertura de pequeñas empresas con el mismo empeño que se pone con las multinacionales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de febrero de 2010