El humo manchó de negro todas las paredes del segundo piso. Y así continuaban ayer. En la primera y en la planta baja un grupo de mujeres se afanaba por limpiar los vestigios de la tragedia. La residencia Aurora de Sevilla intenta volver a la normalidad. Pero las fotografías sobre el sofá vacío no permiten olvidar el incendio de la noche del lunes al martes que terminó con la vida de siete ancianos. "No hay prisa por abrir", contaba ayer Hilario Portales, hijo de la dueña del geriátrico. Mientras, cuatro de los ancianos heridos continuaban anoche ingresados. Uno fue trasladado a planta desde la UCI del Virgen Rocío gracias a su buena evolución.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de febrero de 2010