En Extremadura, el vino tiene su río, el Guadiana. Atraviesa estas tierras perezosamente, haciéndose el remolón. Apenas si desciende medio metro por cada kilómetro recorrido, con andares cansinos, como de río viejo. A veces casi parece que se para, porque se estanca en charcas y marjales.
Tras un origen incierto, al Guadiana extremeño lo meten en cintura. Lo embalsan, lo domestican y lo ponen a producir. Entonces da nombre a sus vinos, los de la Ribera del Guadiana. El impulso de esta joven denominación de origen ha sido fundamental para el despegue de los vinos extremeños de calidad. Y es que nada es fácil en esta tierra dura y extrema, gleba árida y pobre que padeció tranquila los males de la historia y produjo gentes capaces de trocarse de pastor en soldado y patearse el mundo en plan conquistador. Aquí la viña ha sido historia cautiva del varietal blanco, el granel y el destilado, hasta que Marcelino Díaz puso horizonte enológico a la zona. Y ahora una nueva generación de empresarios y bodegueros ha rematado la faena con resultados impensables. Ya hemos tenido ocasión de reseñar algunos. Faltaba Pago los Balancines y su primer tinto: Huno. Cadenciosos aromas de nuez de coco, ciruela, moras, arándanos y chocolate amargo, acompañados por un dosificado paso por roble. Goloso y cautivador, arrebuja el paladar con sus maduros, frutales y jugosos taninos.
HUNO 2007
Pago los Balancines. Paraje de la Agraria. Oliva de Mérida (Badajoz). Teléfono: 636 99 92 66. Web: www.pagolosbalancines.com/. DO: Ribera del Guadiana. Tipo: tinto crianza, 14,5%. Cepas: tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y syrah. Precio: 15 euros. Puntuación: 9/10.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de febrero de 2010