Soy catedrático de secundaria y director de un instituto. Este año cumplo 60 años. Aunque con la jubilación LOGSE (jubilación anticipada e incentivada, a la que tenemos derecho los funcionarios docentes de los niveles no universitarios) me podría jubilar este año con todas las garantías, no tenía ninguna intención de hacerlo.
Estoy a gusto en el aula y en el centro, y me apetecía continuar. Sin embargo, con el panorama que se ha dibujado en el horizonte laboral y si, como parece, el Ministerio de Educación no va a prorrogar el acuerdo firmado con los sindicatos, voy a perder mucho dinero si decido seguir dando clases. Es triste pero, en el mejor momento de mi carrera y con ganas de continuar, el Gobierno me obliga a jubilarme. Justamente lo contrario de lo que dicen que pretenden. En vez de alargar la edad de jubilación, en mi caso la acortan.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de febrero de 2010