Para los que somos amantes del cine en la sombra, para aquellos que nos gustaría pertenecer a la Academia de Cine y que no podemos al no pertenecer a ese exclusivo mundo, para aquellos que somos meros espectadores, felicitamos a Álex de la Iglesia.
Gracias, Álex de la Iglesia, por contratar a Andreu Buenafuente y deleitarnos con una gala ágil, divertida y para nada aburrida, a pesar del "animado" Pocoyó. Gracias, Álex de la Iglesia, por tu toque de atención dado con tu discurso.
Muchos deberían aprender a escribir un discurso como el tuyo, hacerlo llegar a tus compañeros de profesión y, sobre todo, al público. Nunca he estado tan de acuerdo con tu análisis del problema del cine español y el inicio de la solución planteada. Gracias, Álex de la Iglesia, por traernos de nuevo a Pedro. Tu insistencia y, por qué no, tu toque de atención al director, que lo hicieron bajar de esa nube llamada Oscar para aterrizar en su casa, los Goya.
Espero y deseo que tu cometido como director de la Academia haga cambiar los "divismos" de algunos actores y pertenecientes al gremio y la "mala reputación" insertada durante años en los cerebros del público español hacia su propio cine.
Quisiera hacer un llamamiento a las televisiones, tanto privadas como públicas, para que inviertan aún más en el cine español. Este año ha sido un claro ejemplo de ello con Ágora y Celda 211. Y sobre todo, gracias, Álex de la Iglesia, por abrir una nueva puerta de salvación a este cine herido, tal y como ejemplificó Andreu Buenafuente en su número final.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de febrero de 2010