"Con Internet no sabemos quién habla". Las palabras del escritor italiano Umberto Eco tenían ayer un cierto fatalismo. Las posibilidades infinitas de la nueva tecnología ocultan monstruos. El autor de El nombre de la rosa alertó sobre las carencias de la Red. "Internet parece, en cierto sentido, la enciclopedia que reúne todo el saber del mundo; pero es también una especie de parodia porque recoge informaciones falsas", afirmó.
"La función de una cultura no es sólo conservar, sino que es también deshacerse de cosas. Una biblioteca es la imagen de una cultura por los libros que tiene y por los libros que no ha querido tener", comentó Eco, que fue investido ayer doctor honoris causa por la Universidad de Sevilla. La presencia de uno de los intelectuales más carismáticos del mundo, del hombre que concilió los estudios sobre la Edad Media con la reflexión en torno al cómic y la televisión, tiene una enorme capacidad de arrastre. No cabía un alfiler en el paraninfo de la Universidad.
El escritor recibió la medalla, el birrete, el anillo y los guantes en una ceremonia repleta de profesores. Eco llevó a un paraninfo lleno de cuadros de reyes y escenas religiosas el aire fresco de un siglo XXI marcado por Internet y el sueño de muchos hombres de no perder su libertad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de febrero de 2010