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CARTAS AL DIRECTOR

Encubrimiento del delito y ¿absolución?

Incomprensiblemente, cuesta trabajo encontrar la palabra delito en las declaraciones del Papa y su segundo de a bordo, Tarcisio Bertone, sobre la pederastia en el clero; le llaman "culpa", le llaman "pecado". Y, en un acto que removería a Jesucristo de su tumba, el tal Tarcisio hace una llamada a los implicados por pederastia para que reconozcan su culpa, ya que "de las pruebas puede llegar la renovación interior" (literal). A mí esto ya empieza a darme miedo; que una organización no sólo no haya denunciado ni un solo caso de pederastia a la justicia sino que plantee que el reconocer ese desliz (pecado, para los amigos) les puede llevar a lavar su culpa es no sólo encubrimiento del delito, es intento de absolución judicial por la vía de las sagradas escrituras.

Se multiplican las acusaciones de torturas -sí, torturas- y pederastia (¿hace falta explicar a los católicos que callan y otorgan lo que es ese delito?) y el Papa viaja ahora no a darse baños de multitudes, sino a reunirse en secreto con los irlandeses un día, y al otro, con los siguientes delincuentes lujuriosos que tras la sacristía impartían su particular catequesis sexual.

Y seguirán utilizando el lenguaje a modo de escudo; continuarán incomprensiblemente impunes. ¿Tan difícil resultaría denunciarlos ante los juzgados, expulsarlos y procurar que esto no vuelva a suceder jamás? ¿Entrará antes un camello por el ojo de una aguja que un religioso pederasta en prisión.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de febrero de 2010