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CARTAS AL DIRECTOR

En apoyo a Garzón

En un país como Alemania, con su experiencia de depuración (tardía) de la vida pública tras el régimen nazi, el juez Baltasar Garzón ha sido galardonado con el prestigiosísimo Premio Hermann Kesten 2009, patrocinado por el PEN. Lo comparte con personalidades de la talla de Harold Pinter y Anna Politkóvskaya y entidades como la organización de derechos humanos rusa Memorial. Hermann Kesten (1900-1996) -al que Stefan Zweig llamó el "padre protector de todos los perseguidos", porque ayudó y salvó a muchos escritores en los años aciagos y tras la II Guerra Mundial-, siendo presidente del PEN alemán, promovió enconados debates en la flamante república federal.

Como abanderado de la lucha por los derechos humanos y la vigencia de la justicia universal, el juez Garzón se sitúa pues en la tradición de quien dio su nombre al premio. Qué extraordinario simbolismo añadido tiene este premio ahora en otro país, España, donde el galardonado está a punto de sufrir un verdadero Schauprozess, vocablo que a los juristas y ciudadanos de cualquier país democrático tiene que helarles la sangre.

El caso Garzón es una piedra de toque de la inconclusa transición política española, más anestésica que otra cosa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de febrero de 2010