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CARTAS AL DIRECTOR

Derechos y deberes de los militares

La esencia de la democracia es la participación en libertad. Dejamos de ser demócratas en la medida que dejamos de participar pero también en la medida en que impedimos a los demás participar libremente.

Tener unas fuerzas armadas democráticas no significa que los militares vayan a votar si quieren o no quieren ir a Afganistán, o si hay o no hay que conquistar una colina; llegado el caso, esas cosas las decide el Congreso, el general o el sargento; según competencias.

¿O es que a alguien se le pasa por la cabeza que los bomberos cuando van a apagar un fuego voten primero si quieren o no hacerlo? Y los bomberos tienen sindicatos. Y la policía y el SAMUR, todos; todo el mundo tiene órganos de representación profesional; los jueces, los fiscales, los guardias civiles, todos; los ejércitos europeos, etcétera.

Llegados a este punto, en la hoy treintañera democracia española, cuando por fin parece abordarse en serio la tan esperada ley, resultaría del todo inexplicable que los militares necesitaran a sus superiores, para que opinen sobre los temas en los que legalmente pueden opinar ellos.

¿O acaso son los militares españoles unos hijos incapacitados que necesitan a sus padres (también militares) para representarles?

Pudiera ser que esos hijos que nunca pudieron opinar hayan perdido hasta la propia opinión o tengan miedo de hacerlo, porque crean que no está bien del todo y no tengan muy claro si les corregirán. Esperemos sin embargo que los militares del siglo XXI se asocien para ser oídos en la tramitación del proyecto de ley, participando así libremente en las cuestiones profesionales que les afecten, y con ello puedan opinar en un futuro junto a sus progenitores en los temas en los que legalmente corresponda.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de febrero de 2010