Los impuestos tienen mala prensa y aún más en esta situación de crisis económica, en que se reclama su reducción "para que las empresas sean más competitivas, incrementar el consumo, etcétera, y crear así nuevos puestos de trabajo". Pero la salida a la actual crisis económica no puede buscarse en medidas de disminución de impuestos y consiguiente desprotección social, sino en una cooperación social por la vía, entre otros, de impuestos específicamente orientados a sentar las bases de una economía verde y solidaria.
Quienes pierden sus empleos y quienes ni siquiera han logrado empezar a trabajar, han de ver favorecida su formación para realizar las tareas que demanda una economía verde, reconociéndola mediante un salario.
Y esto es perfectamente posible si, por encima de un cierto nivel de ingresos y con carácter progresivo, todos colaboramos, vía impuestos, no sólo para que nadie se vea desprotegido, sino para impulsar los cambios necesarios en el sistema productivo.
Se trata, pues, de contribuir a una inversión que nos beneficiará a todos. Podríamos por ello hablar, más que de "pagar impuestos", de realizar una "inversión social" dirigida a hacer posible derechos que individualmente nunca estarían al alcance de la mayor parte de ciudadanas y ciudadanos, como el derecho a la educación, a la sanidad o a un trabajo digno.
Vayamos, pues, contra corriente y reclamemos más impuestos, con el debido control social.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de marzo de 2010