Como aficionado taurino y catalán, lamento que haya gente tan contraria a la fiesta de los toros, pero, si cabe, lamento todavía más el ruido que tal animadversión genera. Quizá sería oportuno recordar a los "ruidosos" y a nuestros políticos más antitaurinos unas bellas y apaciguadoras palabras del poeta José Bergamín, quien aludía ya a este fenómeno con la elegancia inherente a su estilo: "Yo diría que el sentimiento del toreo, sobre el que toda explicación es vana, como lo es para todo arte creador (poético en definitiva), no veríamos en el toreo esa callada música, que es su alma propia, su definición y su estilo. (...) Si esto no fuera así, el arte y juego y fiesta del toreo no sería más que una bárbara y ritual matanza: como para muchos, muchísimos que quieren entender o comprender sin sentirlo, lo es. Y algunos se complacen con ello como si lo fuera". A buen entendedor...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de marzo de 2010