El caso de la muerte del disidente cubano Orlando Zapata ha abierto de nuevo el debate sobre la doble moral tanto entre las filas de la izquierda como de la derecha.
Muchos de los que vivimos en este siglo XXI estamos enfadados ante las viejas y conocidas estrategias de unos y de otros y, que a la postre, sólo sirven para favorecer que se sigan infringiendo en nuestras fronteras y en otras más lejanas la Carta de los Derechos Humanos, suscrita ya en el pasado siglo.
Si el Parlamento Europeo tiene que estar reunido "indefinidamente" estudiando, deliberando, recomendando, condenando a cualquier Gobierno por no respetarlos, sea cual sea y en todos los casos sin excepción, que lo haga. Para eso les pagamos también (a la izquierda y a la derecha). Ni más ni menos.
Fuera estrategias y políticas de baja estofa en torno a un tema tan sensible y fundamental como son los derechos de los hombres y mujeres de este planeta. ¿O es que hay que recordar que nacemos libres y con derecho a ser tratados con justicia y respeto a nuestra dignidad y libertad? En pie la verdadera política que denuncie y condene a cualquiera que los conculque.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de marzo de 2010