El insólito robo masivo de coches de alta gama que concluyó el martes con el asesinato de un policía cerca de París es otra prueba de la descomposición de ETA. Así lo creen expertos antiterroristas consultados por EL PAÍS, que ponen de relieve la audacia del golpe, con el secuestro de los dueños del concesionario, la sustracción de vehículos y el posterior tiroteo con los agentes para liberar a sus compañeros detenidos. Todo acabó en un desastre.
Los jefes de la banda habían abandonado 15 días antes todos sus coches tras la detención de su máximo responsable, Ibon Gogeaskoetxea. Necesitaban urgentemente más vehículos para sobrevivir.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de marzo de 2010