Aunque mi hijo falleció hace ya casi siete años en el terrible accidente del Yak-42 seguimos peleando por la verdad en los tribunales. Madres, padres, hijos, hermanos, viudas, todos queremos que España sepa en qué condiciones han trabajado nuestros militares y en qué condiciones fueron tratados después de muertos.
Creo que a estas alturas la sociedad española sabe de sobra que nuestros militares nunca tuvieron un forense. Estos días se ha ratificado la pena de prisión para un general y dos oficiales.
El Yak nunca debió volar. Y por dos veces en Zaragoza hemos oído la verdad: que había demasiadas subcontratas, que nadie veló por la seguridad de los 62 soldados españoles, militares, empresas, responsables del horror. ¿Y los políticos?
Escucho en la radio a alguien del PP decir "Trillo ya pidió disculpas a las familias". No, a las familias, al Ejército entero... ¡a España entera! No sé cómo no le da vergüenza seguir escondido en la Casa de todos los Españoles, el Congreso. Y no sé cómo al PP se le ha ocurrido nombrarle responsable de Justicia. Sólo ese nombramiento me supone un dolor indescriptible porque me obliga a poner en duda esta democracia que mi hijo y sus 61 compañeros defendieron con la vida, como ahora lo siguen haciendo tantos militares.
Váyase ya señor Trillo. Diga lo que diga -en su nombre, en calidad de portavoz de Justicia, como miembro del PP- nadie le cree ya...
Eso sí, aunque las familias hayamos pasado un verdadero calvario, aunque tres militares estén condenados, aunque varias empresas tengan que pagar indemnizaciones, Trillo seguirá cobrando a cuenta de todos los españoles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de marzo de 2010