Las imágenes del rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, rodeado, acosado e increpado por manifestantes, al término de una reunión, comienzan a resultar inquietantemente familiares en los centros de educación terciaria españoles.
Los miembros de la comunidad universitaria recordamos situaciones similares en las que académicos, filósofos o políticos de todas las ideologías se han visto en aprietos para celebrar sus conferencias e incluso para preservar el tipo por culpa de grupúsculos violentos que pretenden, erigiéndose en guardianes de "la verdad", decidir por todos nosotros qué ideas deben ser escuchadas y cuáles acalladas, quién puede hablar y quién debe guardar silencio.
Las universidades han de ser, como históricamente han sido, lugares de debate, de reflexión, de confrontación pacífica de ideas, de búsqueda de soluciones a las problemáticas sociales. Lugares en que todas las formas democráticas de entender la sociedad tengan cabida, tanto las que a uno mismo le son afines como las que no comparte e incluso las que aborrece.
Las personas que hacemos las universidades españolas queremos: democracia, tolerancia y libertad. ¡Fuera fascistas de la Universidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de marzo de 2010