Convivimos con la obesidad día a día, desde hace tiempo. Pero todavía no se ha conseguido resolver un problema que afecta a una gran parte de la población mundial. Yo, como adolescente de 16 años, convivo con adictos al McDonald's. Sin embargo, existe gente, como Donna Simpson que transforma esa peligrosa enfermedad en su catapulta hacia la fama. Esta ex enfermera estadounidense ha sido coronada por el Libro Guinness de los récords como la madre más obesa, con 230 kilos de peso. Su próxima ambición es alcanzar los 450 kilos (el peso equivalente a dos tigres siberianos). A pesar del gran riesgo que supone para su salud, quiere continuar y es animada por su actual pareja. En estos momentos, me planteo un debate: ¿es ético y moral dar un premio a alguien por poner en peligro su salud? ¿Por qué ese dinero no se invierte en las operaciones contra la obesidad mórbida?
La gente paga un precio muy alto para conseguir la fama. Pero lo que más me preocupa es cómo vivirá esta situación su hija, la educación que recibirá, pudiendo llegar a ser blanco de las burlas. Actualmente, en EE UU el 31% de la población es obesa. ¿Dejaremos que nuestros hijos tengan como modelo estos comportamientos, aprendiendo a poner en riesgo su salud por una dotación económica y "reconocimiento" popular.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de abril de 2010