La creciente tensión entre el Gobierno de base islamista de Ankara y el aparato laico del Estado encarnado por jueces y militares amenaza con desestabilizar Turquía. Mientras, la magistratura y la fiscalía emiten contradictorias señales de fractura en la justicia.
Dos fiscales de Estambul ordenaron el lunes la detención de 90 altos mandos de las Fuerzas Armadas por su implicación en una intentona golpista en 2003. Era un eslabón más de la larga cadena de arrestos del sumario Mazo, así conocido por el nombre en clave dado a una operación secreta para derrocar al primer ministro Recep Tayyip Erdogan.
La policía acató inmediatamente la orden y comenzó a practicar detenciones en 14 provincias turcas. Cuando cerca de una veintena de generales, coroneles y otros oficiales habían sido ya arrestados, el fiscal jefe de Estambul, Aykut Cengiz Engin, anuló la redada tras desautorizar las ordenes de sus dos subordinados.
"Las operaciones han sido suspendidas a causa del traslado forzoso de los dos fiscales a un nuevo destino", anunció ayer Engin sin ofrecer más detalles. Fuentes de la prensa turca aseguraron que el fiscal jefe había adoptado la decisión por no haber sido informado de la nueva redada.
Más de cuatro docenas de mandos militares han sido ya inculpados dentro del sumario Mazo. El cerebro de la trama, el ex general Cetin Dogan, fue puesto en libertad la semana pasada. El juez que examinó su caso determinó que las pruebas en su contra no eran concluyentes. Pero tres días más tarde otro magistrado ordenó su reingreso en prisión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de abril de 2010