No sé de qué nos escandalizamos cuando observamos la ocultación sistemática de los casos de pederastia en la Iglesia católica. Es simplemente otro ejemplo del delirio absurdo y arrogante en el que están instalados: consideran que su creencia está por encima de la ley de la sociedad civil. Todo se reduce a eso: los ataques a la ley del aborto, los intentos de dirigir la política hacia sus sesgadas opiniones, la pretensión de seguir siendo la única confesión con casilla en el IRPF.
Todo es lo mismo. Se creen superiores. Ahora es esto: los delitos de los nuestros los juzgamos entre nosotros y los castigamos nosotros mismos. Con un simple cambio de parroquia, claro. Hasta que la Iglesia no comprenda y acepte que no está por encima de los demás y que está sujeta a las leyes que promulga el Parlamento votado por todos, seguirá siendo un engranaje chirriante y fuera de lugar en una democracia. Y seguirá perdiendo seguidores a marchas forzadas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de abril de 2010