La meteorología es de por sí cambiante, caprichosa. Ayer, en Barcelona, se dio un curioso y raro fenómeno: mientras que en casi toda la ciudad lucía un hermoso y límpido cielo azul con un refulgente sol primaveral -este año la climatología ha deparado pocos días tan claros y limpios como el de ayer-, en toda la franja costera se asentaba una compacta neblina que difuminaba los edificios de primera línea de mar, cuyos pisos altos parecían flotar en un sereno mar de nubecillas. Esta franja de niebla iba desde Diagonal Mar hasta la desembocadura del Llobregat y penetraba un centenar de metros en la primera línea de costa. La fotografía muestra nítido en primer plano el puente de la Puerta de Europa, que conecta con el muelle exterior; un transatlántico entre algodones, y el hotel Vela surcando la niebla como si de la torre de un gigantesco submarino nuclear se tratara. Sobrevolando la imagen, una gaviota planea junto a los peñascos del castillo de Montjuïc.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de abril de 2010