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EL RINCÓN

La vocación constante de una bailarina frustrada

Julia Navarro ha trabajado en la escritura de Dime quién soy en jornadas de ocho horas diarias durante casi tres años

Confiesa Julia Navarro (Madrid, 1953) que no podría entenderse a sí misma sin el periodismo, pero que su verdadera vocación era convertirse en bailarina profesional. "Para seguir formándome tenía que irme fuera y no se daban las circunstancias", cuenta. Se conformó entonces con ser cronista política, aunque la danza modeló su carácter. Gracias a esa vida de sacrificio y constancia resiste hoy una rutina monacal los meses que escribe una novela. No quiere desatender a su familia -tiene un hijo de 17 años- ni abandonar el periodismo -ahora opinativo-, así que se sienta frente al ordenador de cuatro de la madrugada a ocho de la mañana y, de nuevo, de cuatro a ocho de la tarde. En medio practica yoga y pilates. "Escribo mentalmente la novela cuando paseo con mi perro Tifis. Y luego me siento. A la última he dedicado dos años y medio, más tres meses de documentación", prosigue. Se refiere a su cuarto título, Dime quién soy, del que Plaza & Janés puso a la venta hace un mes 200.000 ejemplares y Círculo de Lectores 100.000. No era una locura, ya están en la calle dos ediciones más de 10.000.

Vive frente al palacio Real de Madrid y trabaja en un pequeño despacho tomado por distintas ediciones de sus obras -está traducida a 30 idiomas- y un escritorio de herencia familiar. Un espacio ordenado al milímetro como es ella. En estos frenéticos meses de promoción apenas lo pisa. "Sólo paso dos días de la semana en Madrid y el resto por España. Tengo que ir a América, a la Feria de Francfort...". Dime quién soy rompe con las novelas anteriores. No hay saltos en el tiempo. "Transcurre en el siglo XX, que es tan trágico como apasionante. Es más compleja, más de introspección, de personajes...". Casi 1.100 páginas de trama -"nunca sé cuánto he escrito porque no pongo el paginador"- en las que recorre la vida de una mujer que abandonó a su marido. Su bisnieto, periodista, es el encargado de rascar en su enigmático pasado. "Aprendo cosas de mis lectores sobre mis libros. Por ejemplo, que en todos hay un periodista y algún vasco", se sorprende.

Todo lo que la autora de La sangre de los inocentes toca es oro -más de tres millones de ejemplares vendidos de sus ficciones-, pero huye de la palabra best seller como de la peste. "No tengo la más mínima idea de cómo se escriben. Sin ninguna publicidad con La Hermandad de la Sábana Santa, conecté, y fue una sorpresa para la editorial y para mí. Hay quien opina mal sin haber leído nada, sólo porque es un superventas. No voy a pedir perdón por vender. Al revés, doy gracias a los lectores".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de abril de 2010