Pocas veces han tenido los ciudadanos tan mala opinión de los políticos como ahora por el tema de la corrupción, una adicción a lo ajeno que, por no extirparla de raíz, está contaminando a todos los políticos por igual.
Sobre el tema de que no todos los políticos son corruptos tengo que decir en su descargo que todas las organizaciones políticas así como cualquier asociación de otra índole se nutren de la misma sociedad compleja en que vivimos.
Pero si los políticos quieren acabar con los corruptos para que los españoles no los comparemos con los que se enriquecen a costa de los ciudadanos, lo tienen muy fácil: que se comprometan en sus programas electorales para que, si ganan las elecciones, reformarán el Código Penal para endurecer las condenas de los políticos corruptos, el cumplimiento íntegro de las mismas y que las condenas no sean menores de 40 años a no ser que los culpables devuelvan todo lo que han robado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de abril de 2010