Garnacha blanca

Hasta hace poco, decir vino de cooperativa y salir corriendo era todo uno. Hoy, algunos de los mejores tintos, y ciertos blancos, se elaboran en sus renovadas instalaciones. Si a esto añadimos la recuperación de variedades autóctonas, el panorama resulta alentador. Es lo que hace Agrícola Sant Josep, con 8.500 hectáreas de viñedo en la denominación de origen Terra Alta.

Han decidido sacar partido a sus viejas cepas de garnacha blanca, con medio siglo de vida, de tronco aparentemente seco, savia lenta y producción agotadora. De ellas, con mimo encomiable, obtienen un mosto cargado de esencias, que fermentan en barricas de roble nuevo Allier y otros bosques franceses; luego lo dejan en dúctil crianza durante seis meses. Es el blanco Llágrimes de Tardor, lloro otoñal del viñedo olvidado que se salva del arranque. El amante del vino con personalidad tiene motivos para alegrarse: aroma complejo, delicado, con abundante frutosidad exótica y tropical, enriquecida por la presencia de especias y tostados. Una inhalación profunda desvela gráciles notas perfumadas de flor blanca, la tenue atmósfera de hierbas aromática, el fosco paisaje de humo y vainilla. En boca, la amplitud gustativa se envuelve en liviana suavidad; la placentera lentitud del fluir se aferra al recuerdo fresco y soleado de la golosa fruta bien madura.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de abril de 2010