A los 26 años, Robben ha roto el espejo que le devolvía la imagen de figura de porcelana. El holandés dejó atrás su famosa fragilidad muscular y en el Bayern ya ha marcado 20 goles en 29 partidos, más del doble de la media con la que empezó en el Groningen, progresó en el PSV Eindhoven, picoteó en el Chelsea y pinchó en el Madrid. Al igual que Sneijder, salió de Chamartín con la obsesión de demostrar que se habían equivocado con él.
Su intervencionismo en el Bayern es tal que, al ser sustituido tras marcar el tanto (1-0) al Lyon en la ida de las semifinales de la Champions, se atrevió a protestar ante su técnico, Louis van Gaal. Su compatriota no dejó pasar la oportunidad para cultivar su lado gruñón y abroncó allí mismo a su estrella, que agachó la cabeza en señal de arrepentimiento.
El Bayern visita hoy (20.45, TVE-1) al Lyon con esa significativa ventaja, pero sobre todo con el convencimiento de ser mucho más poderoso que el conjunto francés, que ofreció una pésima imagen en Múnich. La preocupación de Van Gaal procede del eje de su defensa: sus centrales, De Michelis y Van Buyten, arrastran molestias. Además, son baja Ribéry, expulsado en la ida, y Klose, afectado por una gripe.
En el Lyon, el entrenador, Claude Puel, recibió muchos palos por su conservadurismo en el Allianz Arena, especialmente por desaprovechar los 15 minutos de superioridad numérica tras la expulsión de Ribéry. Hasta Lisandro le criticó al sugerir que deberían jugar 15 metros más adelantados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 27 de abril de 2010