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CARTAS AL DIRECTOR

El disimulo de los patricios

Son personas con el aura que da un buen traje, una corbata a juego, camisa con el cuello a la moda y zapatos que masajean sus pies. Sus cabellos son canos (en general) y sus rostros estólidos muestran los rasgos de la serenidad necesaria para las complejas decisiones que toman cada día. Son el soporte discreto, fuera de las cámaras, de las estructuras del país, y merecen cobrar cantidades que, injustamente, consideramos exorbitantes.

Pues bien, ahora descubrimos que estos patricios son puro disimulo. En realidad son estatuas de escayola animadas, exclusivamente, por la codicia, y que han llevado al país por su ignorancia o su triste ambición al borde del abismo. Son gente que se mueve entre la osadía con los bienes de otros y un miedo cerval con lo indignamente conseguido por su pirotecnia financiera.

Espero que si, desgraciadamente y por su estupidez, España es arrastrada al abismo que han construido otros como ellos para comunidades de seres humanos, que miran con ojos asombrados el precio que tendrán que pagar durante largos años, recordemos quienes estuvieron detrás del desastre. No habrá que buscarlos lejos, estarán en sus sillones de diseño preparados abnegadamente para aportar su esfuerzo al país tropical en el que recalen.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 27 de abril de 2010