Se podría decir sin miedo a equivocarse que la totalidad de los militares españoles del siglo XXI se sienten demócratas y están muy orgullosos de serlo. Siempre que son requeridos están dispuestos a defender con sus vidas -¡y vaya si lo hacen!- los principios y valores democráticos, así como los derechos fundamentales de cualquiera, en cualquier parte del mundo.
Ha llegado el momento de reflexionar sobre la grave contradicción que supondría cualquier restricción dentro del propio Ejército de esos mismos principios y valores democráticos por los que están dispuestos a morir. Como ya sucedió con la Ley de Derechos y Deberes de la Guardia Civil, la tan esperada Ley de Derechos y Deberes de los militares va a ser, sin duda alguna, un crisol donde se pruebe y cristalice la asunción de los principios y valores democráticos dentro de las Fuerzas Armadas.
Cualquier restricción injustificada en el ejercicio de dichos derechos no haría sino poner de manifiesto una falta en la interiorización sincera de esos principios y valores, en el mismo Ejército que los defiende con valentía. Sería algo tan decepcionante como comprobar que nuestro héroe social, que acaba de salvar la vida a una joven a manos de su ex pareja, maltratara a su cónyuge al llegar a su casa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de abril de 2010