de cristal
La cultura del centro comercial invade nuestras vidas proporcionando lo necesario: temperatura agradable, ausencia de fenómenos atmosféricos, seguridad, música animada, costosas decoraciones. ¿Se han fijado que últimamente muchos pretenden emular a las viejas calles colocando farolas? Wifi gratuito, cómodos asientos, ocio, paladar y por supuesto moda, peluquería, consumibles... Todo lo que nos haga más guapos, más felices.
Quizás sea este el primer paso hacía un futuro de película donde el ser humano ya no se tumbe en la hierba o deje de bañarse en la playa para vivir en poderosas estructuras fruto de nuestra tecnología. Simple e inevitable evolución, trabajando por valores primitivos humanos, pereza y necesidad de sentirse protegido, impulsados por quien mueve el progreso con mayor velocidad: las guerras (comercial en este caso) y la ambición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de abril de 2010