Si bien no considero incorrecto que se recorten las primas a las energías renovables, entiendo que esta medida no puede aprobarse sin recortar a su vez a las energías sucias la importante prima que tienen concedida, consistente en poder contaminar impunemente sin pagar el altísimo coste ambiental y sanitario que su indiscriminado uso representa y que al no ser asumido por estas debemos al final pagar todos los ciudadanos en salud y dinero.
El gran escollo para la implantación definitiva de las energías renovables por tanto, no es otro que la inadmisible permisividad de la que gozan las energías tradicionales que ensucian sin pagar por ello la elevada factura que generan, lo que las sitúa en una posición de ventaja que les permite monopolizar este estratégico sector compitiendo por tanto de forma desleal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de mayo de 2010