La posibilidad de hablar una misma lengua ha sido y es base de acercamiento de los seres humanos, de sus distintas comunidades. Seguro que ayudó en su día para que un grupo de políticos, estadistas y pensadores de diferentes comunidades se pusieran de acuerdo y redactaran una constitución, articularan un Estado democrático e hicieran operativas dos cámaras de representantes. En una de ellas se promueve ahora hablar distintas lenguas.
Extraña forma de reforzar el entendimiento, tan necesario en esta época. Ahora hay traductores simultáneos, sistemas de audífonos, transcriptores, me dirán. Señorías, cuiden un poco más lo alcanzado tras mucho esfuerzo y, de paso, sirvan de modelo para el ahorro, pues nunca como hoy los votantes de cualquier signo estuvimos más pendientes de quién despilfarra.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de mayo de 2010