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Crítica:

Héroe sin importancia

Narrativa. En la anterior novela del escritor argentino Alan Pauls (1959), Historia del llanto, su motivo central, el motor de su garantía emocional, estribaba en ese doble juego metafórico entre una lluvia en el corazón y el llanto cayendo sobre la ciudad. Ese escondido motivo director de la novela, esa fina excusa para describir más que una situación histórica -los grupos revolucionarios en la Argentina de los años setenta- un estado de ánimo histórico: el loco espejismo utópico y la posterior y trágica desilusión. En su nueva novela, Historia del pelo, Alan Pauls aborda los años de la sangrienta dictadura argentina. Es relevante su método de composición. La voz omnisciente no es nunca ese ojo decimonónico, se inclina más como una relación de creador y criatura (que diría Roland Barthes), una voz que pareciera no dejar nunca a su héroe a la intemperie de su destino: como si quisiera alertarlo de su debilidad, de esa frivolidad suya que tanto hará para que se encuentre con la cara más oscura de la historia de su país.

Historia del pelo

Alan Pauls

Anagrama. Barcelona, 2010

193 páginas. 15 euros

En Historia del pelo su autor muestra los réditos narrativos de un buen uso de las nimiedades humanas: un héroe que vive enceguecido por su pelo, por el estado de su peinado, por el estilo de corte de pelo que ha renovado, por el que no pudo ser en su momento, por el que lleva ahora y se siente extraño. Estas bagatelas son esenciales en el relato. Dictaminan un estado de cosas histórico: alguna vez estas irrelevancias conformaron un estatus social o ideológico, eran síntomas peligrosos, antirrevolucionarios o subversivos. Así funcionaba ese país, nos dice el narrador desde su omnisciencia acusadora. Nuestro héroe sin importancia, que un día tuvo el cabello lacio y rubio como se suponía que lo tenían los burgueses, se va cruzando en su vida con algunos representantes categóricos de la historia argentina de los últimos cuarenta años. Un antiguo compañero de colegio, el eco de una guerrillera montonera cuya peluca sirvió para camuflarse y matar a un general del Ejército al comienzo de los años setenta y a partir del cual comienza a fraguarse el golpe de Estado de 1976, un ex guerrillero que se dedica ahora a la venta de droga. Y un peluquero paraguayo que es la quintaesencia del corte perfecto: el profesional exacto para nuestro neurótico héroe.

Alan Pauls ha escrito un libro singular en su línea habitual de singularidad narrativa. Nos dice que no esperemos una historia contada como se suelen contar todas las historias de terror y equivocaciones históricas. Se puede acceder a todo ello desde una perspectiva insólita. Hasta podría uno arriesgar algunas hipótesis: ¿y si estuviéramos ante un proyecto de historiografía carnavalesca? (historia del llanto, historia del pelo) ¿Y si fuera el héroe el que conduce a su narrador? ¿Qué narrador se atrevería a contar una historia tan desasosegante siguiendo los pasos de un tipo tan enfermizamente preocupado por su acicalado cráneo? Claro que también nos reímos, como nos reímos con Bouvard y Pécuchet, la última e inacabada novela de Flaubert. Pero te queda un poso de absurdo humano y tristeza... -

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de mayo de 2010

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