Del banquillo salió Tamudo, jaleado y adorado por el público. Tuvo su última media hora como españolista, nada desdeñable a nivel deportivo, en la victoria del Espanyol ante Osasuna (2-1, gol de Vadocz para Osasuna, que se adelantó, y Forlín y Osvaldo para los locales), que le valió la permanencia. Tamudo regaló dos pases que bien pudieron ser gol, soltó un latigazo cruzado que Roberto desbarató y otro más suave con igual destino. Incluso disfrutó de un mano a mano, fatal resuelto. Cinco acciones para despedir al 23, al mejor delantero en la historia periquita (380 partidos; 138 goles). Pero un adiós de lo más gris, porque Tamudo, enredado en discusiones públicas con la directiva e internas y malsanas con el vestuario, se marcha del Espanyol con mal sabor de boca. Media hora y muchas lágrimas para el recuerdo. También los habrá de ayer en A Coruña, donde el Deportivo se impuso a un Mallorca que dominó el juego (1-0, gol de Riki) y vio reaparecer a Filipe, gravemente lesionado en enero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de mayo de 2010