La izquierda madrileña lleva décadas sin líderes; pierde con reincidencia todas las elecciones. Haberlos, haylos, pero da la impresión de que los tienen guardados en un desván para otras batallas virtuales. A estas alturas, ni los socialistas ni IU parecen disponer de candidatos con carisma para la Comunidad ni para el Ayuntamiento. El PSM carece de entidad para decidir. Todo se maneja desde Ferraz, que a última hora siempre se saca de la manga una candidatura de ocasión. Nunca aciertan.
Los tiempos de Tierno Galván y Leguina han pasado. Tierno descansa en paz, pero Joaquín Leguina está muy vivo y coleando, a pesar de que fue un digno presidente de la Comunidad. Lo tienen aparcado (¿exiliado?) en el Instituto Nacional de Estadística, donde, por cierto, se realiza una gran labor profesional.
Las luchas internas de los partidos nos dejan sin líderes. La gente se aleja de las urnas y hace cada vez menos caso a las instituciones. No es de recibo el enfrentamiento entre el ministro José Blanco y el secretario general del PSM. Aunque, quizá, Blanco lleva parte de razón; Gómez todavía no ha señalado maneras de gobernante. Es buen político, pero gris, con escaso atractivo electoral. Carece de autonomía para llevar a cabo sus planes, si es que los tiene. Se escucha por ahí el nombre de Trinidad Jiménez. Es lo mismo: imponer candidatos con calzador desde Ferraz. Urge que los políticos se pongan las pilas. Tenemos derecho a exigirlo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de mayo de 2010