Sólo una de las tres sillas de ruedas que están en la recepción de consultas externas del hospital Clínic de Barcelona tiene el cojín verde, que identifica a esta parte del centro. Hace tres años había otras cinco, pero todas han sido robadas. La carencia se ha ido sorteando con sillas provenientes de otras secciones, hasta que la semana pasada el hospital compró siete nuevas. El centro espera frenar los robos instalando las sillas un sistema similar al de los carritos de supermercado.
En 2006, el Clínic adquirió seis sillas de ruedas para el uso de los cientos de pacientes que acuden cada día a consultas externas. En el mercado, estas sillas de marca Promotal, cuestan alrededor de 800 euros. Y así como los cojines azules son los que identifican a las de la zona de urgencias; los naranjas, a las de la recepción, y los negros corresponden al del resto de las instalaciones, para esta sección se escogió el verde.
Todas las noches, los camilleros tienen que organizar las sillas y buscarlas por los pasillos para tenerlas listas para el día siguiente. Pero hace un par de años, las verdes comenzaron a esfumarse y hubo que echar mano de las de otras dependencias."Un día llamaron de una tienda de ortopedia porque un hombre quería cambiar una de las sillas por unas muletas. Reconocieron que era del hospital por la placa que tienen en la parte de atrás", explica un empleado del centro. Esta silla rescatada es la que aún presta servicio. "Las negras son muy viejas y pesadas", se queja una usuaria que espera para bajar a su madre de un taxi.
Para Andrés García, delegado sindical de CGT, el problema también se extiende a las camillas, muchas de las cuales, dice, carecen de barandillas. El pequeño caos que ocasiona la falta de material también crea pequeñas rencillas y entre departamentos que acaban pagando los pacientes. "A veces nos toca cambiar al paciente de una camilla a otra porque las enfermeras no quieren que se lleven las mejores camillas de una sección a otra", explica García, que también es camillero.
Según un portavoz del hospital, a las nuevas sillas, que aún permanecen guardadas en un depósito de las consultas externas, forradas en papel de burbujas, se les pondrá un dispositivo similar al de los carritos de supermercado: para liberarlas habrá que poner una moneda. "Una silla vale mucho más que un euro", refuta García, que duda de que la medida evite nuevos robos. El hospital explica que espera, además, alternar esta medida con otras, como dejar el DNI en prenda y así no tener que restringir el uso de las sillas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de mayo de 2010