Una cadena de circunstancias, incluyendo una fuga en una válvula y un fallo del aislamiento preventivo, provocó el accidente del pasado 15 de abril en la refinería de Repsol en A Coruña, en el que resultaron heridos de extrema gravedad dos trabajadores. Uno de ellos falleció dos semanas más tarde mientras que su compañero, con quemaduras de tercer grado en el 70% de su cuerpo, sigue ingresado en estado muy grave en el hospital de A Coruña. La deflagración ocurrida en una de las cámaras de la planta de coque del complejo petrolífero, cuando los dos operarios estaban realizando trabajos de reparación, se produjo por "una concurrencia de hechos", alega la refinería en las conclusiones de la investigación interna que dio a conocer ayer.
El "escenario más probable del accidente", según ese informe, es que se produjera una chispa que entró en contacto con gases inflamables existentes en una tubería de la cámara. La deflagración, que pese a no provocar incendio alguno quemó en el 70% y 90% del cuerpo a los dos trabajadores, se vio intensificada "por la posible fuga de una válvula". Y todo ello ocurrió porque fallaron, sin que se sepan las razones, las medidas preventivas de aislamiento en el interior de la cámara. No funcionaron las mantas que se colocaron para impedir cualquier acción o efecto que pueda provocar "una fuente de ignición".
La comisión de investigación de Repsol insiste, no obstante, en que todos los trabajos de reparación que se realizaban cuando ocurrió el accidente "se planificaron" conforme a las normas establecidas y se aplicaron "las medidas de seguridad y control correspondientes". Los dos trabajadores, empleados de Tamesur, unos talleres metalúrgicos subcontratados por la refinería para estas reparaciones, "contaban con la cualificación profesional y la experiencia necesaria". El comité de empresa, que también integró la comisión de investigación, ha criticado el proceso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de mayo de 2010