Esbozo media sonrisa cuando oigo cómo el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, alega que él no se vende por tres trajes; con asombro escucho a los comentaristas políticos de Radio 5 decir que no es lógico pensar que un presidente de una comunidad autónoma se fuera a vender por tan poca cosa; o bien lo contrario, decir que precisamente los trajes no son más que la punta del iceberg.
No oigo a nadie, sin embargo, explicarle al señor Camps (y de paso al resto de los políticos, sea cual sea su partido) que lo que debería decir es que él no se vende, y punto. El hecho de descartar como ridícula la acusación de los trajes implica que él sí tiene un precio, y que este es superior al costo de unos trajes, con complementos o sin ellos.
Lo malo es que ningún político, que yo sepa, ha hecho notar este punto de vista. Y así nos va.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de mayo de 2010