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Editorial:

La cumbre de Madrid

El encuentro de América Latina y el Caribe con la UE aporta algunos avances comerciales

Si todos los jefes de Gobierno y Estado, europeos o latinoamericanos, tuvieran que acudir a todas las cumbres que la diplomacia mundial prevé, no tendrían tiempo ni de tomarse el desayuno. Eso explica algunas de las ausencias en la reunión UE-América Latina y el Caribe, celebrada ayer en Madrid, que fueron numerosas entre los países europeos y no tanto entre los americanos, aunque se notara la del venezolano Hugo Chávez.

En el comunicado de 44 puntos se subrayaba con especial énfasis, en momentos como los presentes de crisis económica y decaimiento político en España y toda Europa, aquello que pudiera sonar a éxito e incluso en algunos casos lo fuera.

Dado que América Latina no es un todo negociador, como más o menos lo es la UE, hay que hablar sobre todo de bilateralidades; y así saludar los pactos comerciales con Colombia y Perú, el acuerdo de libre comercio con los seis países de América Central, las asociaciones con Brasil, México y Chile, y el planteamiento de mayor alcance de todos, como es el acuerdo para reanudar en julio las negociaciones de liberalización comercial con Mercosur, empantanado desde hace años.

Más allá de lo económico, han abundado las declaraciones de teología política: sobre la arquitectura financiera del mundo, que hay que sanar para evitar catástrofes como la que nos infesta; contra la proliferación nuclear; contra la impunidad y la discriminación de la mujer; contra el proteccionismo comercial; para la intensificación de la lucha contra el terrorismo; para la coordinación de políticas medioambientales; en ayuda de la devastada Haití; y, con acento algo más concreto, en la atención a los derechos del inmigrante, asunto en el que José Luis Rodríguez Zapatero respondía a las exhortaciones de la presidenta argentina Cristina Fernández, para que no sean los trabajadores de fuera los que más acaben pagando la crisis.

España, en su semestre de presidencia europea, puede mostrarse razonablemente satisfecha del trabajo realizado. Los 60 países presentes querían, y en una u otra medida necesitaban, hablar de éxito, expectativas que se han normalmente cumplido. La próxima cumbre birregional y bianual está prevista en Chile, en 2012. Ese será, por tanto, el verdadero momento para evaluar cuánto valen las declaraciones, promesas y acuerdos que ayer se formularon y firmaron en Madrid.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de mayo de 2010