Un estruendo de sirenas y silbidos tomó ayer la calle de Colón de Valencia, el corazón comercial de la ciudad, donde se ha trasladado provisionalmente la Delegación del Gobierno. Mientras el Consejo de Ministros aprobaba el paquete de reducción del gasto público, los sindicatos valencianos ensayaron las movilizaciones (también en Alicante y Castellón) que, de momento, culminarán con la huelga de empleados públicos convocada para el 8 de junio.
La escalada amenaza, sin embargo, con aumentar en función de los pasos que dé el Ejecutivo en materia laboral. "Esto se puede complicar todavía mucho", declaró Conrado Hernández, secretario general de UGT-PV. "Si la CEOE está tentada de mantener una postura obstruccionista y el Gobierno impone la reforma del marco laboral, estaríamos abocados a una gran confrontación". Paco Molina, secretario general de CC OO-PV, se expresó en la misma línea, y calificó de "injusto y contraproducente" el recorte del gasto. La protesta reunió a cientos de personas. Las pancartas y las consignas que reclamaron la dimisión de Zapatero se concentraron, pese a ello, en el área ocupada por el sindicato CSIF.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de mayo de 2010