"Iba caminando con mi hijo y me gustó la pared. Entonces le dije que hiciera con las manos los cuernos. No es habitual en mí una imagen prefabricada, pero tiene la espontaneidad de ocurrírseme ese gesto. Veníamos de comprar cosas para fotografía en Domenech. Era por la mañana. La luz que más me gusta es la de la tarde, y aunque se parece a la del amanecer, es más preciosa".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de mayo de 2010