Tras leer el magnífico artículo de los señores Márquez Aranda y Jiménez Villarejo, en el que queda establecida de forma detallada la larga lista de irregularidades, errores, injusticias y manipulaciones en que ha incurrido el instructor del caso Garzón, queda claro que el juez Varela debe ser apartado no ya del caso, que por supuesto, sino del ejercicio de la justicia de forma urgente y definitiva.
Solo así podrá nuestro país recuperar la normalidad democrática, la confianza de los ciudadanos en la justicia -hoy por hoy bajo mínimos- y su maltrecho prestigio internacional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de mayo de 2010