En 2003 apareció un grupito de casi adolescentes que se vendían como vocalistas de jazz. Uno era Jaime Cullum, que este miércoles actúa en La Riviera. Él o Michael Bublé estaban a medio camino entre Nat King Cole, Harry Connick Jr., Sinatra. Aquellos bebés tenían el morro de actuar como si se hubieran destetado en Las Vegas.
Y no era para nada así. Cullum era un chaval de la Inglaterra rural, hijo de una secretaria y un contable que había oído a Sinatra en la colección de discos de su hermano mayor. Pero desde pequeño demostró sus habilidades como cantante, pianista y showman, y en 2004 su segundo disco Twentysomething (Veintitantos, su edad) vendió nada menos que 850.000 copias.
Hoy, Cullum ya es un treintañero y la verdad es que su último trabajo The pursuit, sigue sin aclarar si quiere ser Dean Martin o Robbie Williams. Pero parece cómodo moviéndose en ese terreno indefinido entre el jazz comercial y el pop más comercial aún.
En directo lo suyo es un derroche de sonrisas y entusiasmo en un espectáculo de puro entretenimiento que puede llegar a durar más de dos horas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de mayo de 2010