Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
COLUMNA

Malvarrosa

Estuve el viernes en un hotel de Málaga en el que sólo se podía sintonizar Telecinco, así que me fue sencillo asomarme al abismo rosa. Por la tarde estaba Paz Padilla, pilotando con su generosidad habitual (y su simpatía) a unos vociferantes tertulianos que me pareció que repetían por la noche. Había carne, maldad, era rosa malvada, malvarrosa, por decirlo con el nombre de la playa de la memoria de Manuel Vicent.

Resulta que cumplía años (31) una señora o señorita célebre, Campanario. Y Paz había destacado a un reportero a llevarle un regalo que marcara fecha tan señalada. El reportero, al que la presentadora felicitó ("¡eres un currante!") por su trabajo tan meritorio como inútil, estuvo allí desde las diez de la mañana. La famosa no llegó nunca a su finca.

Todo era inútil, pero sustancioso, como los trajes de carnavales. Iban a felicitar a la Campanario, pero es que había en el estudio una jauría humana de la que sólo se salvaba la beatífica (y no es coña) Paz Padilla, que no es que vaya de buena, es que es realmente una buena persona rodeada de alacranes. Así que cuando se acabó la espera y Paz Padilla despidió al currante, ese estudio era una bomba de insultos porque, al parecer, la señora o señorita Campanario "nos ha defraudado a todos los españoles" y tendría que pagar por ello, según le escuché decir a uno de los hermanos Matamoros, a quien me pareció ver por la noche otra vez dando mandobles justicieros.

Cuando se cansaron de la Campanario, le dieron cera a Belén Esteban, que es de la cadena, pero deben haber acordado que también es asunto de la malvarrosa. Me gustó lo que dijo la Esteban, indignada con los reporteros que la persiguen: "¡Cada vez que hablo sube el pan!" Y ahí tuve que apagar la tele. Hasta que volví por la noche y el asunto (con Jorge Javier al mando) era otra vez la Campanario. Demasiado. Una señorita que al parecer no la quiere hizo una declaración rara: que un torero implicado en estos asuntos malvarrosa se ayuda en el amor con yogur. Con ese lubricante en juego ya no pude resistir demasiado un careo entre un contratista marbellí y una ex corrupta de la misma zona. Demasiado yogur para la noche malvarrosa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 30 de mayo de 2010