Si el Gobierno se mueve al dictado del mercado, ¿para qué votamos?, ¿qué sentido tiene una democracia donde un ente abstracto, y no la soberanía popular, dicta las decisiones al Gobierno? Este mundo es el mundo del dinero, no de un pueblo anestesiado por sindicatos, partidos y el consumismo.
Da pena ver a una sociedad alienada que no reacciona cuando la soberanía ha sido secuestrada por los especuladores, los grandes empresarios y los mercados. Aquí tenemos la nueva dictadura, el tirano en la sombra. Y lo peor es que nadie parece tener una alternativa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de junio de 2010