Hay algo que me cuesta entender. Al hablar, opinar, escribir sobre la crisis se exponen y razonan multitud de argumentos. Exceso de endeudamiento, irresponsabilidad al conceder créditos, burbujas inmobiliarias, falta de competitividad. Pero hay un argumento que para mí es el origen del problema, que se soslaya o se limita muchísimo: la corrupción.
¿Qué porcentaje de nuestro PIB se nos escapa por políticos acomisionados, esclavos de Louis Vuitton, poseedores de un Jaguar, vestidos con ropa que no pagan? Sin esa gente, seguro que hoy tendríamos 15.000 millones más de euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de junio de 2010