Hace poco más de un año mi empresa redujo la plantilla acuciada por la crisis. Según explicó el director general, esos despidos garantizarían nuestra subsistencia en el mercado. Como soy ingenua y cobarde, le creí.
Hace cinco meses, el director general anunció que la empresa había comprado a otra del mismo sector cuya sede está en Barcelona. Como soy ingenua e ignorante, pensé que nos habíamos recuperado y que éramos capaces, incluso, de crecer.
Hace dos semanas, el director general nos anunció que la empresa mantendrá las dos sedes pero cambiará su estructura: el departamento técnico estará en Barcelona y el resto en Madrid. Esto implica que casi 100 personas (por tanto, 100 familias) se están planteando un cambio de domicilio, de ciudad y de vida para no perder su empleo. Como soy ingenua pero no imbécil, deduzco que la empresa quiere prescindir de mí, de nosotros. Como, además, soy comprensiva, les entiendo porque mi trabajo se lo pueden endosar a otro empleado o bien contratar a un nuevo trabajador por la mitad. Tal vez algunas empresas estén aprovechando la crisis para "limpiar" sus plantillas. ¿He dicho "tal vez"? ¿Ven como soy una ingenua.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de junio de 2010