Soy padre de dos alumnos que van a un colegio público (laico) y tengo que transigir con que mis hijos estudien una asignatura alternativa porque otros niños, o por deseo de sus padres, quieren hacer la asignatura de religión.
El tiempo que se dedica a la asignatura alternativa se puede dedicar a reforzar otras materias. No tengo nada en contra de la religión, pero ya tiene sus centros de culto y creo que la escuela debiera ser una puerta al libre pensamiento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de junio de 2010